¿Qué es un proceso constituyente?

La sociedad catalana comparte muy ampliamente un anhelo democrático que se expresa en el amplísimo apoyo al derecho a decidir y la voluntad de votar sobre nuestro futuro político. Esta voluntad, que se puede plasmar de maneras diferentes, coincide en situar a la ciudadanía como verdadera protagonista de la democracia. La apertura de un proceso constituyente es un elemento clave para conseguirlo, dando la oportunidad a que los ciudadanos se impliquen en el diseño de un país mejor.

Un proceso abierto, transparente, participativo e inclusivo para definir las bases constituyentes de un nuevo país es la mejor manera de proyectarse hacia el futuro como pueblo, con una voz y voluntades propias. Gran parte de la sociedad catalana tiene el anhelo de dejar atrás la etapa estatutaria actual y replantearse profundamente. Para algunos la independencia es la mejor herramienta para hacerlo, para otros no, pero existe una amplia coincidencia en la voluntad de decidir todo, de proyectar la Catalunya que queremos.

Esto es un proceso constituyente, en el que la ciudadanía y sus representantes deliberan conjuntamente siguiendo una metodología democrática propia del siglo XXI.

Las 4 fases del proceso constituyente:

  1. Democracia participativa de iniciativa ciudadana. Es la fase de la Convención Constituyente Ciudadana que impulsa Reinicia, en el que la ciudadanía activa se autoorganiza en debates temáticos y territoriales para elaborar un libro verde y un informe constitucional que contribuyan significativamente a las fases posteriores.
  2. Democracia participativa de iniciativa institucional. Las instituciones también pueden impulsar debates de vocación masiva, abiertos al conjunto de la ciudadanía y representativos de la diversidad, que acaben de perfilar los anhelos de la ciudadanía sobre la futura república. La necesidad de esta fase dependerá de los resultados de la anterior.
  3. Democracia representativa con coprotagonismo ciudadano. Parte de las aportaciones de las fases anteriores para plasmarlas, de entrada, en un texto constitucional. La implicación ciudadana debe continuar una vez el debate se sitúe en el Parlament de Catalunya, gracias a la deliberación conjunta entre representantes electos y ciudadanos elegidos por sorteo reunidos en una comisión mixta. Estos trabajos, que también deben contar con el asesoramiento de expertos para conseguir textos de alta calidad técnica, deben estar sujetos a un estricto procedimiento de transparencia y rendición de cuentas.
  4. Democracia directa. El texto constitucional debe aprobarse en referéndum como garantía de que la soberanía queda en manos de la ciudadanía, con su posibilidad final de ejercer la opción de veto si no le convence el resultado del proceso.

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